Métodos de evaluación educativa

Rúbrica como herramienta de evaluación.

“El acto evaluativo, desde esta perspectiva, más que un proceso para certificar o aprobar, se coloca como participante, como optimizador de los aprendizajes contribuyendo a proporcionar información relevante para introducir cambios y modificaciones para hacer mejor lo que se está haciendo (…) Evaluar no es demostrar, sino perfeccionar y reflexionar” (Bordas y Cabrera, 2001: 32)”

Que mejor forma de empezar una entrada sobre instrumentos de evaluación, que definir el acto evaluativo. Y hay una frase que me parece la clave de ese proceso, y es la siguiente:

“Evaluar no es demostrar, sino perfeccionar y reflexionar”. Creo hablar como portavoz de mi generación cuando digo, que nuestra experiencia con la evaluación educativa mucho a distado de resultar reflexiva o enriquecedora. La evaluación suponía, una forzosa demostración de nuestra capacidad de adaptación al sistema. La reproducción de una metodología memorística, que no tenía como resultado la introspección propia.
Ni que decir tiene que los estudiantes no participábamos del proceso evaluativo (en tanto en cuando, resultará una experiencia globalizada y multidireccional, en la que aprendiéramos todas las partes implicadas en el mismo)
Buscando registros educativos y literarios que ofrecieran una definición de los procesos evaluativos y su implementación en las aulas, encontré el artículo publicado en la revista educativa “REDU”. En el cual, tres estudiantes de la universidad de Vigo, buscan recoger evidencias del tema que nos ocupa. A continuación, os pongo algunas que me parecen especialmente reveladoras y significativas y, que creo que son fabulosas para generar debate y para introducir un instrumento de evaluación del cuál no tenemos mucho bagaje (como alumnos en nuestro recorrido escolar):

Para ello, es un requisito que el estudiante esté convencido de que a través de la evaluación se puede aprender y que sea responsable en el ejercicio de sus nuevas funciones. El alumno/a es agente activo de su propia evaluación al mismo tiempo que aprendiz del contenido que se evalúa. Por su parte, el profesorado debe poseer expectativas positivas sobre él, confiar en sus posibilidades para ejercer el rol de evaluador (Chica, 2011; Raposo, et.al., 2012). “

“De este modo, los roles que desempeñan los protagonistas del proceso adquieren una nueva dimensión: el que aprende toma conciencia de sí mismo y de sus metas y el que enseña se convierte en guía que orienta hacia el logro de unos objetivos culturales y formativos (Bordas y Cabrera, 2001).”

“Además, en la autoevaluación el alumnado posee un alto nivel de responsabilidad (Ibarra, Rodríguez y Gómez, 2012) y para que sean coherentes con él han de identificar la evaluación como un momento de aprendizaje, un proceso participativo en el que se les tiene en cuenta a la hora de establecer los criterios e indicadores de valoración, al mismo tiempo que han de utilizar autónomamente los procedimientos e instrumentos evaluativos.”

En definitiva, la evaluación orientada al aprendizaje pone la atención en el uso de estrategias de evaluación que promueven y maximizan las oportunidades de aprendizaje de los estudiantes, en contraposición a la certificación o validación de los mismos a través de la evaluación sumativa (Keppell, Au, Ma y Chan, 2006). Una de estas estrategias puede ser la rúbrica ya que, independientemente de cuál sea la naturaleza o temática del trabajo a realizar por el alumnado, ayuda a sistematizar y recopilar informaciones y evidencias de su trabajo (Martínez y Raposo, 2011).”

“Ahumada (2005), Blanco (2008), Cebrián (2008, 2009), Martínez y Raposo (2010), Raposo y Martínez (2011), Raposo y Sarceda (2010), Torres y Perera (2010), Villalustre y Del Moral (2010), entre otros, matizan que las rúbricas le permiten a los docentes realizar un seguimiento y evaluación de las competencias adquiridas por los estudiantes de una manera más sistematizada mediante la utilización de indicadores que miden su progreso creando una evaluación más objetiva y consistente a través de la clarificación de los criterios a valorar en términos específicos, mientras que al alumnado le permite tener a su disposición las pautas explícitas de evaluación, siendo conscientes de los aspectos que serán objeto de valoración y del peso que tienen en la calificación global.”

“La renovación pedagógica asociada al uso de la rúbrica lleva implícito, cambios en los roles que desempeñan docentes y estudiantes, adaptaciones en las prácticas y metodologías docentes (Chica, 2011; Raposo et al., 2012), que han dado paso a la incorporación de recursos que faciliten la adquisición tanto de competencias específicas (propias del perfil profesional) como de competencias transversales o genéricas (comunes a distintas titulaciones).”


Como la última vez, he señalado en negrita lo que parece ser fundamental para la “nueva” comprensión del proceso evaluativo que realizaremos como futuras docentes y la herramienta que, (como bien indica Chica), conlleva una renovación pedagógica y cambios en los roles que desempeñan los docentes y los estudiantes, la rúbrica. Si leemos con detenimiento las definiciones anteriores, destacamos que en una metodología innovadora debe fomentar e integrar el uso de herramientas como las rúbricas de evaluación que buscan y determinan:
-       Diálogo entre docente y alumno
-       Coevaluación, lo que estamos fomentando es ser capaces de contrastar, tener criterio.
-       Autonomía.
-       Maximizar las oportunidades de aprendizaje

Parece por lo tanto una herramienta fantástica para conseguir los objetivos de una metodología integradora y participativa que refuerce y aumente las experiencias de aprendizaje. Peroooo, no hay ningún instrumento evaluativo que no presente una serie de dificultades en su utilización.
 La dificultad principal en una rúbrica la podemos encontrar la gradación de las dimensiones o variables, sino es suficientemente simple y clara puede dar lugar a unos descriptores confusos.
Resulta muy complicado crear un conjunto de criterios que estén muy bien graduados para apreciar realmente el conocimiento del alumno.
Es muy complicada de realizar por todo lo anterior y, por lo tanto, requiere preparación previa o entrenamiento para elaborarla y obtener en su implementación los resultados adecuados.

Si queremos adaptar todo lo anterior al ámbito de Educación Infantil, deberemos atender a estos instrumentos de evaluación, por ejemplo:
Producciones de los alumnos. (Observación de lo que producen y cómo lo hacen) la observación pautada/tiene que estar estructurada, por ejemplo, por una rúbrica o una escala de observación.
Ejemplo de rúbrica: Basadas en pictogramas. Al hablar de dónde he puesto gomets adquiriré el criterio. Provee de una situación de aprendizaje.


Aquí os dejo un blog estupendo creado por un colegio, nos ofrece una breve introducción sobre la evaluación y sus objetivos y además nos ejemplifica diferentes rúbricas directamente enfocadas para el aula de Educación Infantil. Incluso nos dejan un enlace para aprender a crear una rúbrica.



Imagen publicada en innovasantaana




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