Convivencia, tutorías y clima escolar




             http://investigacion-psicopedagogica.org/revista/articulos/9/espannol/Art_9_128.pdf


La Universidad de Málaga, nos presenta un programa de intervención para la mejora del clima escolar.  El estudio presenta un trabajo, utilizando un enfoque de prevención basado en la interacción individuo/contexto y concretamente en la formación del profesorado. El programa que plantean se dirige a enseñar habilidades y competencias sociales para mejorar el clima social de la clase. Con ello, se previene la resolución destructiva de conflictos intrapersonales que pueda originar escaladas de violencia. El trabajo implementa su propuesta en una clase real y nos presenta unos resultados, que os invito a conocer leyendo el estudio a través del enlace que os he facilitado arriba.

Me ha parecido muy interesante y más conveniente, presentar un estudio basado en el método científico con un marco teórico muy bien definido y unos resultados que dan veracidad (o no) al tema propuesto para esta entrada. Para que el lector se sitúe, solo es necesario leer los párrafos que os cito a continuación. Forman parte del marco teórico del estudio y con sucinta maestría nos contextualiza los enfoques entorno – escuela, considerados vigentes y útiles en la realidad de nuestras aulas y colegios. Aquí os lo dejo:

Actualmente prevalece el enfoque centrado en la interacción. Surge del modelo ambiental y ecológico. Asume que el riesgo radica en la interacción entre el niño/a y las características del contexto en el que se desarrolla. De manera que los déficits de habilidades no van a estar en función de las características inherentes del niño/a, sino de su vulnerabilidad ante el contexto particular (físico y social) que le rodea. Así, este tipo de programas pretende eliminar las causas o mediadores del desajuste modificando el ambiente. Felner y Felner (1989) consideran que son programas que tienen como objetivos, proporcionar recursos en el entorno para facilitar el desarrollo de habilidades y competencias y producir cambios y modificaciones de condiciones que son potencialmente peligrosas.
Al mismo tiempo pretenden la promoción de competencias en los individuos para que aprovechen las mejoras en el entorno. Este es el modelo transaccional, que concibe el riesgo como combinación de condiciones personales y ambientales. De manera que los programas pueden centrarse en uno o ambos aspectos de la transacción.
En el sistema escolar, este enfoque supone analizar cómo pueden ser reorganizados los elementos del entorno-escuela, para que permitan el desarrollo de competencias. Al respecto, Lemle (1976) establece tres caminos diferentes o formas de considerar variables ambientales del contexto escolar.

·      El enfoque que pretende mejoras en el currículum escolar. Ha pretendido introducir cambios en forma de programas, en el currículum ordinario, sobre todo en infantil y primaria, con la participación de las familias. Así se han publicado programas dirigidos a la enseñanza de habilidades comportamentales conectadas a situaciones específicas (Michelson et al.,1983, Goldstein et al., 1980). Otros programas enseñan estrategias generales de pensamiento no vinculadas a situaciones concretas y que asegurarían la generalización de los comportamientos aprendidos (Díaz Aguado, 1990, Gesten y Weissberg, 1979, Monjas, 1993, Pelechano, 1991, Spivak y Shure, 1974; Trianes y Muñoz, 1994, y Trianes, 1996). Estos programas despiertan hoy mayor interés por parte de los educadores

·      El enfoque que propone modificaciones ambientales, utiliza los propios recursos de la escuela de manera sistemática y organizada y promueve mejoras como aulas abiertas, organización cooperativa de la clase, tutorías de iguales, ligas de alumnos, etc.


·      Y el enfoque centrado en la formación de profesores, supone implicar al profesorado en la implantación y seguimiento de programas. Asume como premisa que el profesor/a debe ser entrenado en las habilidades que va a enseñar. Ello aumenta su capacidad profesional ya que le proporciona nuevos recursos para su relación docente diaria. Son muchos los programas que atribuyen al profesor/a un papel central, ya sea como mediador/a, como modelo y/o agente de control. En esta línea, se ha detectado un número de variables relevantes en la personalidad y comportamiento del profesorado cuya optimización puede redundar en una mayor efectividad de los programas.”

Os he señalado en negrita las idea fundamentales para poder teorizar convenientemente nuestro tema y, como podeís observar, hay tres enfoques que definen muy bien las tres premisas que yo considero necesarias para establecer un clima de entendimiento y convivencia idóneo en las aulas. 
Dice: 
  •     Mejora en el currículum escolar (donde se incluya y regule la necesidad de enseñar habilidades comportamentales y resolución de problemas y una participación familiar simultánea).

  •    Modificaciones ambientales (utilizando los recursos de la escuela, atendiendo a la organización del centro, de forma cooperativa y con propuestas renovadas de mejora) 

  •    Y un hecho fundamental, (la formación del profesorado para la implantación y seguimientos de los programas adecuados a las necesidades del aula).



Parecen por tanto, los tres ingredientes perfectos para establecer un programa de prevención y mejora para nuestro centro. Además aunando conceptos que hemos trabajado en todas las entradas del blog, podemos introducir los programas de mejora paulatinamente, sin que supongan un cisma entre el modelo actual y el que buscamos conseguir, por ejemplo, a través de las nuevas tecnologías. Las aplicaciones (apps) que involucran a las familias en tiempo "casi real" del aula y que permiten una comunicación continúa y directa con los docentes, generan un clima de confianza que facilitará el común de la implentación de los valores y normas de convivencia que deseamos trasladar a nuestro contexto actual. 
Debemos también estar abiertos a la formación permanente y a la posibilidad de tutorías abiertas con las familias, que sirvan como medio de debate y formación conjunta, de la cual los niños se verán beneficiados por encontrar refuerzos desde los dos lados más relevantes de su educación. 
Además de normalizar e incluir los valores y las estrategias necesarias para fomentar un clima distendido, democrático y seguro en las aulas, podemos incluir a los niños en los propios procesos de mediación, apoyándonos en los grupos cooperativos, grupos interactivos (que dirijan alumnos de cursos superiores a inferiores e incluyan como moderadores también, a los familiares que se presten voluntarios a ello. Si requiere vuestro interés más adelante introduciré entradas que profundicen más en este tipo de metodologías, hablaremos de las comunidades de aprendizaje, y de las tertulias dialógicas). 
Trabajaremos también todo lo hablado a través del juego y la animación (os invito a ver la siguiente entrada donde hablaremos de la educación en valores por medio de cortos de animación).
Para finalizar decir, que considero fundamental la formación que recibimos los maestros para poder intervenir en las aulas. Tratamos con seres humanos, personas que presentan unas necesidades afectivas y sociales que debemos ser capaces de conducir. Siempre debemos ser un punto de referencia para nuestros alumnos al que pueden acudir cuando lo necesiten, sin miedo a ser juzgados. Como decía Giner de los Ríos a una de sus alumnas "Alma María, la escuela necesita alma", nosotros debemos de ser el alma y catalizador de un circuito que incluya a los alumnos y las familias para una mejora en todos los aspectos de la sociedad.




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